Melissa y William Ellzey, naturales de Vancouver, llevaban años dando vueltas al mundo, sin visos de instalarse en ningún lugar.

Siempre han sido unos trotamundos, de esos a los que el planeta tierra se les hace pequeño. De hecho, más de una vez, cuando algún amigo canadiense les decía aquello de “ya verás, un día vais a encontrar la calma, un sitio donde vais a parar de dar vueltas”, ellos solían negarlo. “¿Parar? ¿Nosotros? ¡Ni en sueños!”, decían, y se reían.

Luego llegaron a la Costa Blanca de Alicante. Consiguieron una residencia por inversión para quedarse en España. Y tuvieron que comer sus palabras.

Esta es su historia.

El penúltimo viaje

Y si decimos que se tuvieron que comer sus palabras es porque, hace un par de años, Melissa y William todavía vivían en Zambia. Otra parada más en una vida en constante movimiento, que los había llevado desde su Vancouver natal, en la costa oeste de Canadá, hasta aquel rincón de la África oriental. Ellos no lo sabían, pero aquel era su penúltimo viaje.

En Zambia, Melissa ejercía de médica veterinaria, trabajando para una empresa que ayudaba a criar y proteger elefantes huérfanos. Por su parte, William era empleado de una empresa turística de excursiones temáticas, safaris y otro tipo de actividades para viajeros.

Sin embargo, cuando todo parecía encaminado a que siguieran en Zambia, al menos durante unos años, apareció un cambio inesperado: una hija. Cuando esta alcanzó la edad escolar, Melissa y William tuvieron que decidirse entre tres posibilidades. Una era ingresarla en un internado en Namibia, lo cual no les seducía. La otra era regresar a su Canadá natal, donde tendrían ayuda de la familia; pero el alto costo del nivel de vida les echó para atrás. Al final, se quedaron con una tercera opción: buscar un lugar más barato que el país canadiense, pero que tuviese un clima benigno, buenas escuelas internacionales y una alta calidad de vida.

En sus diferentes búsquedas, un nombre se repetía una y otra vez: España.

Rumbo a España

"William y yo ya habíamos viajado aquí en varias ocasiones durante nuestras vacaciones, concretamente a esta misma zona de la Costa Blanca en Alicante, España. Siempre nos gustó mucho. Es vecinal, hay ese ambiente de pueblo pequeño que nos enamora y todo está muy orientado a la comunidad, a la gente", explicaba hace poco Melissa Ellzey desde su casa en la Costa Blanca, el lugar al que llegaron tras su paso por Zambia.

Hasta hace poco, William y Melissa nunca habían pensado en la posibilidad de haber encontrado un lugar para el resto de su vida, pero lo han hecho. Después de salir de Zambia, solicitaron y consiguieron una golden visa para poder residir en España. Llegaron a la Costa Blanca. Y ya no quieren ni pensar en marcharse.

"Conocemos a todos nuestros vecinos, a los trabajadores de los restaurantes y a los dueños de los comercios, todos saben también quiénes somos”, contaba Melissa desde su casa, que añadía: "Hacemos lo que nos apetece cada día; a veces, vamos a la playa y casi siempre comemos fuera. Hay muchísima variedad, casi que demasiadas opciones y todas son buenas. Una vez al mes, voy a una reunión local con un grupo de 20 a 25 mujeres. Los hombres suelen jugar al golf o practicar yoga. ¡Y yo hago yoga dos veces por semana con mi vecina australiana!".

Gran comunidad expatriada

Otra gran ventaja, para gente como William y Melissa, es esa relevancia que la comunidad expatriada tiene en ciertas zonas de España, tal y como ocurre en la costa de Alicante. "La mayoría son australianos, hay algunos estadounidenses, algunos ingleses y un par de canadienses", decía Melissa desde su terraza, a la que se le iluminan los ojos cuando habla de la vida nocturna local: "Un par de bares tienen música en directo los viernes; nuestros amigos siempre están allí y es un bonito punto de encuentro para la comunidad. Los bares suelen tener sobre todo bandas locales y hemos descubierto que hay muchos buenos músicos por aquí".

"Todos nos conocemos”, contaba a su lado William. “Tenemos una buena mezcla de amigos, incluidos algunos lugareños con los que nos relacionamos en inglés. No hemos necesitado utilizar un intérprete para nada”.

“¡Ni un coche!", añadía Melissa. “Todo está a poca distancia de donde vivimos, y si necesito ir más lejos, tomo un taxi. William tiene una moto, que es todo lo que necesitamos".

Una opción económica

Pero más allá del buen ambiente, hay muchas otros motivos de peso que hicieron que Melissa y William estén encantados de haberse instalado en Alicante. “Muchas familias llevan instaladas aquí mucho tiempo, eso es lo que nos atrajo, sí… pero también es cierto que nos enamoramos absolutamente de la escuela internacional”.

Y luego, sobre todo, está el aspecto económico. Melissa y William han comprado una vivienda y un garaje valorados en más de 500.000 euros, a una manzana de la playa. "Tenemos una casa de tres pisos, totalmente amueblada. Desde el último piso, tenemos vistas al mar”.

Entre los gastos a los que Melissa y William deben hacer frente en Alicante están los 87 dólares al mes por la basura, 26,50 dólares por Internet y unos 43 dólares por la electricidad. El agua nos cuesta alrededor de 10 dólares al mes, y la estufa va por bombona de gas, que cuesta unos 14,30 dólares. Pero, claro, con el clima de Alicante no suelen utilizarla demasiado. “La última duró más de seis meses”, afirmaba William, entre risas.

"En total, gastamos entre 1.200 y 1.500 dólares al mes, pero nos damos bastantes caprichos, así que nuestro presupuesto es más de lo que mucha gente necesitaría; muchos de nuestros amigos viven con mucho menos que eso. En ese presupuesto no está incluida la matrícula de la escuela a la que asiste nuestra hija. Eso cuesta unos 16.000 dólares al año", añadía Melissa.

Llegados para quedarse

Al final, estos trotamundos han encontrado un lugar en el que parar sus viajes eternos. Y no parecen arrepentirse, en absoluto. "No podríamos vivir así en Vancouver. Costaría mucho más y, desde luego, no podríamos permitirnos un colegio privado. Todo ha sido muy fácil para convencernos de que nos tenemos que quedar aquí”.

Quién lo diría hace unos años.

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