En algo que parecía impensable hace poco menos de un año, la pandemia del COVID-19 consiguió lo que nadie antes había logrado: frenar, de un gran golpe, el sistema de movilidad postglobalización, ese que nos tenía a todos viajando de Filipinas hasta La Habana como si nada. Esto se ha sumado a procesos políticos como el del Brexit, que ha puesto más líneas intransitables en los mapamundis. Al menos en Echeverría Abogados, esto nos ha puesto a pensar sobre cómo va esto a afectar al futuro global más cercano. Y, sobre todo, a los espacios con los que más trabajamos en el bufete: movilidad y ciudadanía.
Aquí os resumimos algunas de las conclusiones a las que hemos llegado. Por resumir, la conclusión es sencilla: las ciudadanías de ciertos países son, cada vez, un bien más preciado. Incluso a nivel comercial. Tener dinero te da más opciones para acceder a ellas. Pero nuestra misión es ayudarte, tengas el dinero que tengas. Y lo podemos hacer.
Mira:
- Golden Visa - La residencia por inversión como fenómeno global
- Golden visas - ¿Qué son, cómo se consiguen y qué pueden ofrecer?
Un primer paso en sentido contrario
En primer lugar, parecería que el bloqueo de la movilidad sin límites reforzó las identidades nacionales, algo contrario a lo que acabó, en nuestra opinión, por provocar la pandemia en términos de ciudadanía.
Porque en los primeros días de convivencia con el COVID-19, muchos individuos no tuvieron más remedio que regresar a sus países de origen cuando estos cerraron sus fronteras en un intento de evitar que el virus se extendiera por todo el mundo. No se trataba sólo de vacaciones interrumpidas, sino de vidas con su trabajo o sus estudios que, por diferentes motivos, residían en el extranjero. Y, al menos en su mayor parte, estos casos buscaron refugiarse en los lugares en los que tenían la ciudadanía, su hogar. Elemento tradicional de refugio.
Esto, como afirmábamos antes, también se sumó a otros procesos de retroceso en el concepto de globalización, como el Brexit. Y así, parecía que el COVID-19 avanzaba en esa dirección. Pero no.
Revalorización de las ciudadanías
Porque sí, el efecto de la pandemia a nivel de movilidad vino a demostrar, como hacía tiempo que no se dejaba ver, la importancia que sigue teniendo la ciudadanía en su concepción convencional.
Históricamente, este concepto ha tenido que ver con el lugar de donde una persona es. Pero ahora, la ciudadanía ha pasado a garantizar el derecho a entrar en el país del que se tiene un pasaporte, un DNI, un permiso de residencia. Y, sobre todo: acceder a sus servicios —vacunas, sistema sanitario, nivel de restricciones— y estilo de vida.
Y sí, hoy, este derecho, quizás un tanto devaluado por los efectos de años de globalización, ha ganado en importancia. Pero como todo en una sociedad capitalista, también ha abierto un mercado de nacionalidades.
El mercado de ciudadanías
Hasta el COVID-19, ocurría que los individuos más acaudalados siempre han disfrutado de importantes privilegios de movilidad global. La procedencia de tu pasaporte tenía poca importancia siempre que fuera de primera clase. Pero la pandemia cambió esa realidad. La frontera estaba cerrada para todos, sin importar el dinero.
Así, una de las consecuencias inesperadas de la pandemia es que acabó por acelerar las tendencias preexistentes hacia la adquisición de ciudadanías. ¿Por qué? Pues porque las élites transnacionales buscan asegurarse frente a futuros acontecimientos como el de esta pandemia.